Te fuiste
sin dejar rastro
sin decir una palabra
o escribir una última carta.
Dejaste un camino de espinas
una rosa marchita
una foto
y tu blusa favorita.
Partiste con mis sueños
y la mitad de mi vida.
Con una porción de mi alma
y futuras sonrisas.
Pero me dejaste un vacío entre la esperanza y la realidad
un millón de besos dibujados por toda la piel
evidencias de un último invierno
y sin pena ni verguenza, dejaste mi corazón en el pecho.
Lo dejaste latiendo.